Ayer está dividido en dos partes, cada una independiente de la otra… Nos topamos con todo un universo femenino, enraizado en sus recuerdos, en la neutralidad del sueño y la ambigüedad de la realidad. Su lenguaje es rico en imágenes que parecen, muchas veces, no estar conectadas. GS
Una lectura desde el afecto
por Gisela Swiggers
Muy buenos días, estamos acá para hacer la presentación de “Ayer”, el último libro de poemas de nuestra querida Berta Vega. ¿Qué puedo decir que todos no sepan sobre la significativa huella que Berta Vega ha dejado en el ámbito lingüístico y literario de nuestra ciudad y nuestro país? Fue una reconocida poeta, ensayista, investigadora y profesora de la Universidad del Zulia.
Conocí a Berta en los pasillos de la Facultad de Humanidades y Educación. Tuve la oportunidad y el honor de ser su alumna en la Escuela en Letras. Luego, nos convertimos en compañeras de trabajo; y finalmente, en amigas. Sus enseñanzas nunca se limitaron a las cuatro paredes de un salón de clase, ni a la obtención de un título. Su amor por la palabra, tanto la cotidiana como la poética, fue siempre evidente.
Como investigadora de la lengua, en 1979, junto a otros investigadores, entre los que podemos nombrar a Edna Medina Patrick, Ileana Morales Gollarza y María Ortigoza de Acuña fundó el Círculo Lingüístico de Valle Frío. Su investigación las llevó a estudiar el habla de la comunidad del Empedrao (Parroquia Santa Lucía), desde una concepción integradora del ser humano y su entorno.
Era usual ver a Berta participando en recitales, conversatorios y lecturas en diversas instituciones educativas y en comunidades organizadas. De sus clases del Taller de Expresión Oral surgió el grupo de Lectura en Voz Alta de la Escuela de Letras, en 2001; y la Antología de Poemas de Amor, publicada en 2021, de la cual fue compiladora. Con la lectura en voz alta, acercó a niños y jóvenes de la ciudad a la literatura. El Teatro Baralt fue uno de sus principales puntos de encuentro.
En octubre de 2021, por su importante labor como docente, promotora de lectura y defensora de la identidad lingüística de la región, fue homenajeada en la Primera Feria del Libro de Maracaibo, dentro de la cual recibió la Orden Cacique Nigale.
¿Qué puedo decir de sus obras?
Entre sus obras podemos contar sus poemarios Musikós (1988), Nombre de Isla, premiada en el Certamen Mayor de las Artes y Letras (2005) y La tristeza no es sigilo (2008). Igualmente importante es su ensayo Poética del Empedrao (1998), el cual posteriormente le dio nombre a su Blog electrónico en 2010. En esta obra se entreteje el texto oral de Alfonzo Ruiz, maracucho y gaitero, y la reflexión de la autora. En 2011, se publicó una de sus grandes aventuras, la ficción histórica Josefa Camejo soy yo. Durante su elaboración, la autora disfrutó usar la voz de esta heroína falconiana, para conversar con sus lectores mientras contaba su historia.
La introducción de Palabras. Ensayos del camino (2024), nos revela la historia de la Berta Vega lectora, desde sus inicios en España, junto a sus tíos y sus cuatro primos. En ella, Berta nos revela cómo su primer contacto con los libros tenía el sello de lo prohibido: la niña no podía tocar los libros que uno de sus primos tenía en su cuarto. Leer se convirtió entonces en su secreto y su silencio. Por supuesto, un día la descubrieron. Tras discusiones y regaños, de la mano de su tío, Berta conoció las librerías.
Como poeta, como docente y como lingüista, su amor por la palabra era indiscutible. La palabra, nos dice en su Blog: “es el lugar del sentido de un pueblo, su arte para las diferencias del espítitu, su música para estar en el mundo y ser el mundo”. En Palabras. Ensayos del camino (2024: 13) agrega “Palabras para vivir entre y por ellas, para soñarlas y sobre todo, para amarlas y amar con ellas”. Y a lo largo de la reflexión escrita en Poética del Empedrao (el libro, no el Blog), nos explica que la palabra es invasión, recuperación, reencuentro del decir y la acción, del nombre y el verbo; es misterio, memoria colectiva, cotidianidad, sustancia inicial, juego, fuego, canto, música, transformación y permanencia.
Otro de sus grandes amores era la ciudad, evidentemente Maracaibo, su casa. Nos explica en su Poética del Empedrao que la ciudad es "una decisión de una mañana con recreo, en el centro de un coro de voces" (17). Inmersa en esta ciudad de sol y de agua, Berta, como poeta, vivía alerta a todos sus detalles: su naturaleza, su habla, su gente, su cotidianidad, su cultura, su diversidad, su historia y memoria, sin dejar nunca de lado los aspectos sociales. Para quienes la conocimos, no era extraño verla sacar de su bolso una pequeña libreta y escribir algo que pensó, que oyó o que la sorprendió en un momento dado. Porque Berta era una poeta que desde su entorno más cercano, más local, nos ofrecía un vistazo del mundo. En toda su obra se puede apreciar su profundo respeto por su entorno natural, físico, cultural y social.
Por último, pero no menos importante, la naturaleza. Recuerdo que al visitarla, luego de leer uno de sus poemas de La tristeza no es sigilo, que se inicia con “ Tengo una planta que de tan elegante parece japonesa” (2008: 22), yo sabía a qué planta se refería. Mi mamá, otra amante de las plantas, tenía una igual en su balcón. Se lo pregunté, y ella lo confirmó. Sus poemas reflejan esa afición y cuidado a las plantas. Su gran ventanal al lago, era todo un jardín. Las plantas y sus libros ocupaban un espacio privilegiado en su hogar.
Ayer: una lectura afectiva
Ayer está dividido en dos partes, cada una independiente de la otra. La primera parte está formada por 22 poemas en prosa que parecen retarnos. Cada poema va construyendo un mundo en el que se conjugan o se complementan los contrarios: lo real y lo irreal, lo aéreo y lo subterráneo, el pasado y el presente, lo inesperado y lo cotidiano, lo probable y lo improbable. Esto se evidencia en el uso repetido de la antítesis: “miel ácida”, “sabios imbéciles”, “misa profana”, “estar sin permanecer”, “viajante inmóvil”, “gitano errante, inmóvil”, entre otros. Todos ellos nos llevan a la duda y la incertidumbre. Y es que Berta nos lo anuncia desde el inicio cuando dice “Mis historias pertenecen a otro mundo” (p. 5). También nos anuncia su embrujo hecho palabra: “¿cómo decir que era bruja?” (p. 5), nos pregunta. De esta forma, la poeta se declara bruja; y los elementos retóricos son su poción mediadora para ensalmar.
Es importante no confundirse, como dice Berta: “no es lo mismo leer que ser leído” (p. 5). Si he entendido bien sus palabras a través de sus libros, leer es un gran acto de libertad. Entonces, ella, escritora, es libre de entretejer las palabras en sus poemas, de darnos esa cantidad de escenarios aparentemente confusos y contradictorios, imagen tras imagen, de todo tipo, visuales, sonoras, gustativas, etc. Ella, escritora, nos ofrece el caos y el desconcierto para retarnos y provocarnos, para incitarnos a hacer nuevas lecturas. Como dice, sus historias “salen entre mí, bailando, formando escándalo en noches propicias al canto” (p. 5).
Con esto, nos hace saber que nada es seguro en sus poemas. Y para eso nos deja una pista, cuando dice “Cualquiera cree que se trata de…” (p. 11). Nosotros lectores, descifraremos el hilo conductor de su discurso, como ella lo hizo en su lectura de Esta maldita lujuria de Antonio Elio Brailovsky (relatada en Palabras. Ensayos del camino). Ella nos hace partícipes de su acto de creación, cual juego de luces y sombras, lucha, espectáculo de circo, obra de teatro, o película; porque, como ella misma dice, “también sé jugar” (p. 31).
En Ayer nos topamos con todo un universo femenino, enraizado en sus recuerdos, en la neutralidad del sueño y la ambigüedad de la realidad. Su lenguaje es rico en imágenes que parecen, muchas veces, no estar conectadas. Repito, su intención es desconcertarnos, hacernos pensar (uno de sus grandes propósitos de vida). La idea es que nos sintamos desconcertados para entender el poder que tienen las palabras, que es lo que permanece. Ese juego entre la palabra y el silencio: cómo la palabra funda, te lleva a mundos paralelos. La experiencia de la escritura es, prácticamente, una experiencia onírica, pero un onirismo del recuerdo. Por eso comienza por la infancia, por los miedos infantiles. Vuelvo a sus primeras palabras: “Mis historias pertenecen a otro mundo, se hartan de silencios y engullen trapos viejos” (p. 5). Todo recuerdo es una imagen de otro mundo; nos pasó, pero lo recordamos desde la lejanía. Y en algún punto, el pasado y el presente se conjugan, como cuando dice “ayer mantienes en tus manos el sopor de las tardes” (p.21).
La poesía es conflicto, transformación y cambio. Para la poeta, ”Haces la palabra y ella te transforma, te va convenciendo de a poco y cuando te quieres dar cuenta otro clavel para oler” (p. 23). El arte debe ser humanista, propiciar la contradicción. La poesía es un compromiso social. El poeta es un humanista con una gran responsabilidad a cuestas, como bien lo dijo Berta en una entrevista realizada por el investigador y poeta José Vílchez Morán (2018): “me parece que cada vez más el escritor de poesía, de narrativa, el escritor, el oficio de escritor tiene que estar cada vez más atento a lo humano y ser casi un militante de lo humano, pero no de lo humano hacia adentro, hacia la mente de sí sino de lo humano hacia afuera y desarrollar su oficio con todos los riesgos que éste tenga de no publicación, de no reconocimiento, etcétera, etcétera… a todo riesgo” (p. 58); y agrega luego: “la poesía es el arte humano más profundo en términos de discurso. Porque es la construcción de significados y sentidos” (p.66).
Al leer esta primera parte de Ayer, recuerdo las palabras del profesor Enrique Arenas (2010), al presentar La tristeza no es sigilo: “ella tiene unos textos que poseen un sutil y disimulado barroco, casi no se nota, y ese barroco no choca con la oralidad, tiene la misma fluidez del habla, o sea, hay un tono de habla que escribe” (p. 2). Para mí, esas palabras toman mayor fuerza en este libro.
En Poemas para el 21, la segunda parte del poemario, nos encontramos con la Berta lectora, observadora del mundo. Ella, ese “mundo desplazándose en dos pies” (p. 59), mira atentamente todo lo que la rodea, desde las cosas más pequeñas y aparentemente más simples hasta lo invisible. Se percibe el mundo a través del cuerpo, de los sentidos; y frente a la finitud de nuestras capacidades de observación, recurrimos a la intuición y a la imaginación. Percibimos, interpretamos; y somos percibidos e interpretados.
No podemos percibir todo, no tenemos esa capacidad. Por tanto, hay mucho más de lo que nuestros sentidos nos permiten captar. Muchas cosas se escapan a la mirada atenta, son inalcanzables. Solo queda presentir, intuir, imaginar. Entonces, junto a la observación, está la búsqueda incansable de lo impalpable, de lo invisible, de lo imposible. La búsqueda es un gran viaje, cotidiano e inagotable, en el que cuerpo, palabra, aire, silencio y mundo se conjugan. La búsqueda de la metáfora imposible es la búsqueda de la comprensión del mundo, en constante movimiento, y de nosotros mismos, moviéndonos en ese mundo (en constante movimiento). Y se percibe desde el instante, desde el recuerdo y desde la memoria (individual y colectiva). Y es que el poeta es un lector: lector de libros, de mundo, de gente, de tiempos y de silencios.
Para terminar, leer Poemas para el 21, me ofrece una imagen de Berta frente a la gran ventana de su apartamento, quizá tomándose un café, y disfrutando de la salida del sol, de los sonidos del amanecer, de la brisa que viene del lago, y del movimiento de las plantas que tanto cuidaba. Una contemplación que incluye todo su cuerpo, “y mi cuerpo ve, al fin, /desde los olores / y el sentido de la distancia que da la piel” (p. 63). Un tiempo de contemplación y de silencio. Ese silencio que luego se convierte en palabra: palabra efímera, en la oralidad; y permanente, en la escritura. Ese silencio que “es la frontera / entre el mundo invisible/ y yo su invento” (p. 61).
Referencias
Arenas, Enrique. (2010). Presentación del Libro La tristeza no es sigilo de Berta Vega. Maracaibo, Casa de la Diversidad Cultural.
Vega, Berta. (1998). Poética del Empedrao. Maracaibo: Escuela de Letras.
Vega, Berta. (2008). La tristeza no es sigilo. Caracas: El Perro y la Rana.
Vega, Berta. (2024). Ayer. Maracaibo: Urgente.
Vega, Berta. (2024). Palabras. Ensayos del camino. Caracas: Trinchera.
Vega, Berta (s/f). Poética del Empedrao. Blog en línea. Disponible en: https://bertavega.blogspot.com/2014/03/
Vílchez M., José G. (2018). Arte, sociedad y trascendencia en la cosmovisión contemporánea de algunos poetas de la región zuliana. Cabimas: Fondo Editorial UNERMB.
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